Vladimir González Roblero//Chiapas, Mx.-
Uno
Vivimos un giro, un vuelco hacia la cultura. La pregunta, sin embargo, es si el debate en torno a qué es la cultura es vigente. Para algunos pareciera que la discusión se cerró cuando las filosofías ultraderechistas proclamaron el fin de la Historia. Otros no están de acuerdo y afirman que las tácticas de intervención del Estado en la cosa pública pasa por un tamiz cultural.
Lo cierto es que antes como ahora la cultura ha significado un recurso. No siempre lo notamos, pero las políticas sociales o económicas están estrechamente vinculadas con las culturales. Los gestores han tenido mucho que ver. Su apuesta intersectorial, es decir, cruzar la cultura con otros campos sociales, hace que paulatinamente haya una predominancia de las políticas culturales. Se han encargado de poner en circulación, a través de distintas estrategias, un sinfín de significados que coadyuvan al desarrollo social.
Advierto riesgos: confundir cultura con espectáculo y diseñar políticas con base en tradiciones de pensamiento encontradas.
Dos
Este fin de semana fuimos testigos del descenso del equipo de futbol Jaguares de Chiapas. Recordemos que la franquicia llegó en el año 2002, durante el sexenio de Pablo Salazar Mendiguchía. La llegada del futbol profesional fue una estrategia de comunicación, es decir, de circulación de significados. Trató de mostrar una faceta distinta de Chiapas, más cuando la aparición del EZLN no era muy lejana. Con Jaguares vimos producción de sentido: aquí no sólo hay guerra y pobreza, sino también una sociedad ansiosa de mostrarse en el ámbito nacional a través de la afición.
El camino mediático se había abierto. En el siguiente sexenio, Juan Sabines Guerrero hizo tratos con Televisión Azteca. Les vendió al equipo Jaguares; programas de espectáculos como Ventaneado, La Academia y hasta la telenovela Pasión Morena se grabaron aquí. A través de la industria cultural el Estado trajo a los inversionistas. La producción de sentido siguió la misma ruta del sexenio anterior, con matices. La sociedad ya no se expuso sólo a través del futbol sino de eso que llaman farándula. Todos sabemos, además, de las jugosas ganancias económicas que esto generó, y que fueron a parar a manos de particulares.
Tres
Mario Vargas Llosa en su ensayo La civilización del espectáculo plantea que la cultura se ha vuelto light. Considera que en esta condición cultural, los seres humanos buscamos la diversión y el entretenimiento. La consecuencia es “la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad”. Considerar que las políticas sociales o económicas tienen una dimensión cultural no debería significar que ésta sea a través del espectáculo, o de la industria cultural cuya lógica es el mercado. Sucede lo que el peruano señala.
En ese mismo ensayo, Vargas Llosa sostiene que esta condición ha impulsado la democracia cultural. Sin embargo, pareciera que los bienes artísticos y culturales, para que sean accesibles, cada vez son de menor calidad. Esto explica el éxito de algunos proyectos impulsados por organismos culturales, por ejemplo los conciertos con orquesta sinfónica cuyos temas son las películas taquilleras de Hollywood.
Cuatro
La historia de la humanidad registra dos grandes movimientos intelectuales europeos que han permeado en nuestra idea de cultura. La Ilustración pensó a la cultura como civilización. Los pueblos civilizados eran los cultos, aquellos de buenas costumbres y cuya máxima expresión eran las bellas artes. El Romanticismo, su envés: miró a través de la cultura y literatura popular la particularidad de los pueblos. La cultura entonces era el espíritu de las naciones.
Estas dos ideas han permanecido a lo largo del tiempo, a veces claramente diferenciadas, otras confundiéndose. Son ellas las que estructuran formas de pensar y concebir la cultura.
Una de las banderas de las políticas locales ha sido la construcción de ciudadanía. Este objetivo parece plantearse desde lo cultural. Lo hacen a través de programas que conciben al arte en sociedad: que salga a la calle y que la gente se involucre en la mayor cantidad de eventos artísticos. Este involucramiento, no sólo como públicos pasivos, supone el ejercicio ciudadano al abrir la posibilidad de orientar o incluso tomar decisiones en conjunto.
Mas la idea de cultura está fincada, preponderantemente, en la tradición ilustrada. Observemos que la mayoría de los bienes artísticos que se promueven son aquellos que caen en el relato ilustrado de las bellas artes. Además de esto, la premisa “que salga a la calle”, sugiere que en la calle, entre la población, no hay cultura ni arte. La tradición ilustrada concebía al refinamiento como exclusivo de sociedades civilizadas. Antes, como ahora, el deber moral de esas sociedades ha sido llevar la civilización a los demás. Por eso las guerras justas y el imperialismo cultural.
Entendidas así, las políticas culturales en nada contribuyen a la construcción ciudadana. Al contrario, siguen reproduciendo esquemas jerárquicos de dominación.
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