Redacción//Divergente.info.- A 323 años de su fallecimiento, Sor Juana Inés de la Cruz, una de las figuras más representativas de las letras hispanas, sigue siendo motivo de inspiración para otorgar reconocimientos sociales y literarios.
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en San Miguel Nepantla, Estado de México, el 12 de noviembre de 1651; en 1654, cuando apenas tenía tres años, pasó sus primeros años de vida en la hacienda de su abuelo; a esa misma edad aprendió a leer y escribir.
Su obra comprende poesías líricas, dramáticas, alegóricas, sacras, festivas y populares. Escribía de continuo en verso y en prosa; a beneficio de los pobres. Se deshizo de libros y múltiples instrumentos, hizo confesión general y redactó dos protestas que firmó con su sangre.
Leía mucho y es de suponer que sus autores favoritos fueron los clásicos latinos y españoles como Virgilio, Horacio, Ovidio, Garcilaso de la Vega y Luis de Góngora y Argote.
En 1669 tomó los hábitos en el convento de San Jerónimo, donde pasó el resto de su vida.
El 17 de abril de 1695 falleció de una fiebre maligna, contagiada al cuidar a sus hermanas enfermas durante una epidemia que asoló México ese año; sus restos descansan en el antiguo convento de San Jerónimo de la capital mexicana, como cumplimiento de la voluntad que la religiosa expresó en su testamento.
La Fiera Borrasca
Nada mejor para recordar a Sor Juana Inés de la Cruz que escuchando el más reciente disco de Leticia Servín, La Fiera Borrasca, un disco homenaje a la creación literaria y a una de las escritoras más representativas de las letras hispanas.
El disco tiene nueve canciones y la selección de poemas acompañan las formas del soneto, glosa, romance, romance héptasilado, endechas, villancico y parte de una dedicatoria de Sor Juana; La musicalización ha sido muy influenciada de los colores del folklor mexicano y latinoamericano; adentrandose en el son jarocho, la canción ranchera, el corrido, la canción cardenche, jarabe, música tradicional; mezclado con rock, un poco de blues, coral, tango, sonoridades ambientales y un poco de orquestal nacionalista, enmarcan las palabras de un espejo antiguo, asomandose sabiamente al futuro que nos devora.