BUENOS AIRES, ARGENTINA (03/ABR/2015).- El escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II, que presenta en estos días en Buenos Aires su libro «Yaquis», reivindica el oficio de contar historias para evitar que la «Historia oficial» termine por taparlas y dejarlas en el olvido.
En «Yaquis. Historia de una guerra popular y de un genocidio en México», Taibo II se ha sumergido en la historia de esta comunidad indígena del noroeste mexicano que mantuvo 42 años de lucha de resistencia para defender los recursos naturales de su territorio frente a empresas extranjeras, entre 1867 y 1909, y terminó diezmada pero no derrotada.
«Es la guerra de resistencia más larga de América Latina», explica el escritor, que denuncia en su investigación el genocidio que sufrió la población yaqui, que pasó de más de 30 mil personas a siete mil, perpetrado durante el «porfiriato», como se conocen los 30 años de gobierno de Porfirio Díaz.
Un trabajo que le llevó años porque el acceso a la información no fue fácil, por el encubrimiento de la historia de las autoridades y porque los yaquis no tienen memoria escrita.
Taibo II, nacido en Gijón, desarrolló una investigación artesanal, recorriendo el territorio yaqui, buscando huellas y recuperando la relación de la comunidad con su tierra, «fue tocar piedra lo que me permitió reconstruir la historia», asegura.
Más de un siglo después, la historia se repite y los yaquis se movilizan para evitar de nuevo el desvío del río Yaqui, que atraviesa el estado mexicano de Sonora con una longitud de 400 kilómetros, para atender los intereses de una multinacional estadounidense.
«El conflicto sigue vivo después de tantos años. En el siglo XIX, los yaquis decían que se vaya el Ejército, que dejen a las comunidades tranquilas, que no toquen el río. Hoy sigue siendo el mismo debate con distintos métodos», denuncia Taibo, que admira «la capacidad de resistencia» de este pueblo.
Su trabajo ha servido para que la sociedad mexicana conozca una tragedia olvidada y sepultada por la versión oficial durante décadas.
«Lo importante es que esta etapa se incorpore a la memoria colectiva no sólo de México, sino de América Latina», sostiene el escritor, convencido de que la historia del continente «está repleta» de episodios como este, «pero la historia oficial los tapa y los cubre».
El autor de «El Che», que presenta también la feria del libro de Buenos Aires una versión revisada y ampliada de la biografía de Ernesto Guevara, lamenta la «degradación profunda» que vive México, con el avance de la corrupción y la impunidad.
«El país se va degradando», afirma, bajo lo que califica como «dictadura priísta», en alusión al gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ocupó el poder en México entre 1929 y el año 2000 y que ha vuelto a la Presidencia con el triunfo de Enrique Peña Nieto en las elecciones de 2012.
«El problema fuerte es la impunidad. No hay equilibrio en la sociedad mexicana, el abuso y la injusticia se produce y el sistema judicial parece que no existiera, es una farsa, la impunidad brota», denuncia.
«Si pones una panadería, tienes un 10 por ciento de posibilidades de triunfar, pero si matas a alguien tienes un 90 de quedar impune», lamenta Taibo II.
«En un país donde la impartición de Justicia tiene este nivel de desequilibrio, la corrupción y la impunidad no la puedes combatir, está empeorando», analiza.
En este contexto, los intelectuales, opina Paco Ignacio Taibo II, tienen que animarse a «contar historias» porque «cuanto mejor las cuentes y mejor las divulgues, más colaborarás a construir conciencia, historia colectiva y mentalidad nacional».
Un ejercicio complejo en la actualidad para la literatura mexicana porque, según el autor de «Retornamos como sombras», las recientes muertes de grandes escritores del país, como Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis o Carlos Montemayor, han pasado «como un relámpago descabezando una generación», pero en este «momento de transición», en México «se sigue produciendo y se sigue leyendo».
Optimista sobre el futuro de las letras mexicanas y latinoamericanas, Taibo insiste en animar a los escritores a rescatar historias olvidadas para incorporarlas a la memoria colectiva, porque, dice, «lo que importa no es que te dejen levantar la mano, sino saber por qué la estás levantando».