Marcopolo Heam//Divergente.info.- Había escuchado algo de Nacho Vegas en algún momento de mi vida, pero fue en el 2011, cuando un amigo del periódico donde trabajábamos (el Photomalistica), me dijo tienes que escuchar bien al del “género bobo” y me roló unas canciones.
Desde entonces, en mi biblioteca musical siempre está el nacido en Gijón, España, teniendo la oportunidad de asistir en cuatro ocasiones a su conciertos; tres en la Ciudad de México y uno en Querétaro.
Sus letras melancólicas, dolorosas y en ocasiones amorosas, lograron mi afinidad hacia el “hombre que casi conoció a Michi Panero”.
Entre el dolor y la nada, elegimos el dolor
Hace unos días se presentó en el Teatro Diana, en Guadalajara, Jalisco y en el Pepsi Center, en la Cdmx. En esta “Ciudad Vampira”, decidió finalizar la gira de su más reciente producción: Mundos Inmóviles Derrumbándose (MID).
Con el frío que invadía la noche y el “don de la ternura” que se le caracteriza a Vegas, exactamente a las 20:30 horas, se asomó con su traje gris oscuro, lentes grandes del mismo tono y zapatos color rojo. Al fondo, los músicos que lo acompañan: Joseba Irazoki y Juliane Heinemann (guitarras), Hans Laguna (bajo), Ferran Resines (teclado) y Manu Molina (batería).
Sin decir nada, y al alarido de las y los presentes, inició con la canción que abre el disco MID: Belart.
Que fácil es para una rosa morir, no se oye ningún lamento,
Que duro fue para ti sobrevivir, después de otro aplastamiento…”
Y así concurrió la velada, entre gritos y cánticos de nostalgia, dolor y felicidad. “En una noche que nunca acaba” para los amantes de “El ángel Simón”.
En un momento, antes de iniciar con “Big Crunch”, todos silenciaron. Apareció un grupo de personas con una bandera, era la Plataforma Común por Palestina, quienes a través de su vocera dieron un mensaje de apoyo al país asiático y denunciaron el genocidio por parte de Israel.
Nacho culminó: “Espero que no seamos impasibles ante este genocidio, esta masacre…”
“Bravo, permiteme aplaudir por tu forma de herir mis sentimientos”
Recordó cuando Bunbury lo invitó por primera vez a México, en el 2007, en la gira “El tiempo de las cerezas” y cantó “Bravo”, desde entonces han pasado 17 años para que la interpretara de nuevo en nuestro país.
Bravo, permiteme aplaudir
por tu forma de herir mis sentimientos.
Bravo, te vuelvo a repetir,
por tus falsos e infames juramentos…»
El repertorio musical fue amplio, viejas clásicas como “lo que comen las brujas”, “Dry. Martini” o “Nuevos planes, idénticas estrategias”, pasando por la no tan antiguas como “Ser árbol”, “Como hacer crac” y obviamente algunas del disco mas reciente.
“Dejan los tambores de sonar y un gong anuncia la retirada,
se discute la capitulación, mientras se aproximan carcajadas…”
Como “gran broma final”, el momento de despedirse había llegado. Dos horas y media (que no se sintieron) terminaron con esta gira al son de entre el “dolor y la nada”, y así todos los asistentes elegimos el dolor al ver partir del escenario a Nacho y la banda.
“Al final te estaremos esperando…”
En alguna ocasión, Nacho dijo que dentro de los estados pendientes por visitar está Chiapas; además de su afinidad con el EZLN. Ojalá pronto pueda visitarnos y nos «hable de Marlén«, recorra San Cristóbal, se sienta en “días extraños” y conozca a “actores poco memorables”.
Viaje a la playa, visite a Quincho y le pregunte, “¿Qué más nos puede pasar? Podemos ir y preguntarle a la mar, para que nos responda con rugidos, para que nos diga la verdad”.
Y conozca a Rosario (Castellanos) y reciten “matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia de respirar con un pulmón ajeno!”
Conozca la selva y diga “las palabras mágicas” y sepa que en Chiapas existen “inmensas preguntas“ porque hay “cosas que no hay que contar.”