Ana Castro//Divergente.info.- Cuando comencé a ver The Bear no sabía el impacto que causaría en mí. Nuevamente, es como si las series se cruzaran en el momento indicado y me hablaran.

Desde la primera temporada, esta serie logra que el espectador sienta todas y cada una de las emociones que los actores están experimentando.

Escena tras escena, la trama te va llevando de la mano para que deleites y disfrutes de lo vigoroso y emocionante que puede llegar a ser la vida dentro de una cocina.

Una clásica fórmula de presentación

Para la primer temporada, Cristopher Storer implementa la clásica fórmula de presentación que podría tornarse un tanto floja y tediosa, no obstante, mientras va avanzando la trama, y de la mano de un gran soundtrack, va agregando los condimentos necesarios para que esta receta televisiva tome sazón y te deje con ganas de probar más.

Estar detrás de un cuchillo y de una estufa no es nada sencillo como parece, requiere de compromiso, limpieza, orden, responsabilidad y respeto, y es justo eso lo que The Bear nos deja entrever por tandas de entre 23 y 45 minutos a lo largo de dos temporadas y 18 episodios.

Definitivamente no es como estar viendo a Gordon Ramsey y su Hell’s Kitchen, pero si una muestra de cómo el éxito no puede llegar sin antes atravesar por el fracaso y como, gracias a una lata con salsa de tomate se puede llegar al éxito de nuevo, o al menos intentarlo.

Cuestionar si cada decisión que tomas es la correcta

Como todo drama televisivo, sin llegar un dramón como Succession, un grupo de personas intentan llevar a flote un restaurante a la par de sus vidas personales.

En medio de gritos y caos constante la serie de FX hará que, como sus personajes, pongas en cuestionamiento si cada decisión que tomas es la correcta y cómo puede llegar a repercutir en cada ámbito de tu vida.

El conflicto principal comienza cuando Carmy tiene que dejar de lado el reconocimiento y el trabajo como chef en uno de los mejores restaurantes del mundo para dirigir la cocina de un local de emparedados que solía ser de su hermano.

Es sin duda, una metáfora culinaria, una declaración de como la buena comida se saborea.

De como cada plato tiene un cálculo preciso y cada pizca, cada ingrediente, cada aderezo importan en la receta de esta cocina llamada vida.

Entre lo nuevo y lo moderno

Si bien podría parecer que solo son varias personas gritándose todo el tiempo detrás de una estación de cocina, los creadores de la serie muestran que el trasfondo de esta trama no es otro que una alegoría a la cocina de barrio, esa que cada vez se ve más amenazada por las franquicias de comida rápida que obligan a los pequeños restaurantes a evolucionar, y el peso que tiene el solo hecho de tener una estrella Michelin.

The Bear no es más que una comparativa entre lo viejo y lo moderno, una fusión de ambos, donde para sobrevivir, el viejo restaurante del hermano de Carmy (The Beef) deberá adoptar nuevas recetas, un nuevo equipo, repostería fina y sobre todo un nuevo concepto que lo lleve a alcanzar el éxito.

El último capítulo de la segunda temporada tiene un ritmo deliciosamente exasperante, y me atrevo a usar la palabra delicioso porque tiene esa mezcla de caos y paz que te deja un buen sabor de boca, te lleva de la desesperación a la calma y de la calma a la ansiedad sin darte cuenta.

Breves instantes de felicidad

Te da una cátedra existencialista de como nosotros mismos somos capaces de construir o arruinar los breves instantes de felicidad y como el no parar por un segundo para lograr la perfección profesional puede llegar a dejarnos hecho trizas lo sentimental y para quienes nos gusta la cocina y la perfección esta serie puede hacer que resuene en nuestra mente lo solos que nos puede dejar esa obsesión porque todo salga como se planeó y sin ningún error.

Alguna vez mi terapeuta me dijo en sesión que cuáles serían los ingredientes que tendría que llevar mi receta de vida para alcanzar la felicidad y el bienestar, y esta serie hizo que me lo volviera a cuestionar.